La obesidad no se presenta sólo en adultos: muchos niños y jóvenes suelen tener sobrepeso. Para evitar esto, es importante que los niños tengan una relación sana con la comida desde bebés y aprendan a tomar nota de las sensaciones de hambre y saciedad desde temprana edad.
Decidir por sí mismos:
Es importante que los niños puedan determinar cuánto quieren comer. Es decir, es fundamental que los padres tengan en cuenta la sensación de saciedad del hijo, incluso cuando aún toma biberón o es amamantado. Es normal que los niños tengan a veces más hambre y otras, menos. Esto depende en gran medida de en qué etapa de crecimiento se encuentran.
Estructuras reguladas:
También es importante que los niños entren en contacto desde temprano con horarios de comida establecidos. La idea es no ofrecerles alimento a toda hora. Esto vale para todo tipo de alimentos, incluso los considerados “saludables”. Si el niño no tiene hambre en el horario de comida establecido, tampoco hay que forzarlo a consumir alimentos.
Comida y llamados de atención:
Los niños deben aprender que las relaciones no funcionan a través de la comida. ¿El bebé llora realmente porque tiene hambre? No es necesario alimentar a un bebé cada vez que llora. Muchas veces sólo están cansados o quieren llamar la atención. Si se les da enseguida algo de comer, asociarán la demanda con la comida. Lo mismo rige para rituales familiares como mirar juntos la televisión: si siempre hay patatas fritas disponibles, el niño asociará el vínculo familiar positivo con la comida. Sin embargo, la idea tampoco es prohibir del todo snacks y dulces, ya que eso los vuelve aún más codiciados.
La comida como consuelo:
Muchos jóvenes comen por frustración. Si un niño tiene sobrepeso o come mucho en poco tiempo, los padres deberían preguntarse si está angustiado. Muchos comen por frustración o como compensación cuando les va mal en la escuela. En estos casos pueden ayudar un pediatra o un psicólogo.
(Con información de dpa.)