Por: Eva Dignös (dpa)
Para Miguel ir a bailar con sus amigos era todo un esfuerzo. No podía soportar ni cinco minutos en una disco sin tener sus tapones para los oídos. La música a todo volumen, los gritos de la gente, las luces fuertes lo espantaban. “Siempre me preguntaba si sería alguien raro, que no encajaba”, recuerda. Años después esa sensación logró dar con su nombre. Al intentar encontrar en Internet qué era lo que lo hacía ser tan distinto a los demás, Miguel dio con el diagnóstico de la “hipersensibilidad”.
El término fue definido por la psicóloga estadounidense Elaine Aron, que publicó en 1997 un primer estudio al respecto. Su hipótesis es que hasta el 20 por ciento de las personas tienen una mayor percepción sensorial que el común de la gente.
Los modos de manifestarse pueden ser diversos: algunos sienten muy a menudo que los demás conversan en un tono demasiado fuerte, otros no pueden estar en una oficina en la que se hable por teléfono todo el tiempo. También están los que no toleran prendas que pican o que se ponen muy mal cuando existen tensiones entre otras personas.
La cara positiva de esto último es que esas personas analizan muy en detalle tanto a los demás como a sí mismos y suelen ser muy apreciados por su capacidad de comprensión.
La hipersensibilidad puede ser entendida como una virtud y no como una enfermedad. Sin embargo, muchos afectados tienen que lidiar con lo que representa, ya que si no tienen pausas para recuperarse, el cuerpo y el espíritu les queda agotado. Además, tampoco pueden abstraerse de la vida social. Si no van a las reuniones, se convierten en parias, con lo cual se presionan constantemente a adaptarse y se exponen a muchas situaciones que no les hacen bien.
Hoy en día ya existe mucho material sobre este diagnóstico, tanto libros como sitios a los que se puede acudir con la consulta. También existe personal especializado que advierte que no es bueno diagnosticar una “hipersensibilidad” sólo porque está de moda. Todo diagnóstico debe tener un fundamento científico, porque está claro que cada persona percibe la realidad de un modo diferente y que estar sobreexpuesto a conversaciones e impresiones de todo tipo cansa a cualquiera.
La dificultad radica en que no se dispone de una gran variedad de elementos científicamente comprobados para establecer el diagnóstico, pero las investigaciones están en curso, tanto de los síntomas como de sus causas. Se han hecho estudios en mellizos que indican que los modos de procesar los estímulos podrían estar definidos a nivel genético.
En todo caso, es importante explicarles bien a los afectados y a su entorno de qué se trata. Que unos sean hipersensibles no significa que el resto sea insensible y ser hipersensible tampoco puede querer decir que esa persona no puede ser tomada en serio porque tiene reacciones desmedidas. Simplemente es bueno orientarse a partir de la definición del perfil para saber qué le hace bien a cada uno y qué no, y cómo transformar esa sensibilidad en algo provechoso.